Manolo Santana tenía su propia oficina en la Caja Mágica, pero nunca la usaba. A Manolo le gustaba ir saltando entre departamentos, de mesa en mesa, y sentarse con nosotros, con todos los trabajadores del Mutua Madrid Open. A Manolo le encantaba la cercanía y brillaba en las distancias cortas.
Manolo era una tenista extraordinario, pero sobre todo una persona especial, de las que dejan una huella imborrable.
Su sentido del humor (“aquí no manda el rumano, mando yo” o “tranquilidad, no vais a heredar la empresa”) nos ayudaba a afrontar la presión del día a día con otra cara, nutriéndonos de la diversión que contagiaba. Manolo, además, estaba siempre dispuesto a echarle una mano a todo aquel que lo necesitaba, sin diferencias, sin barreras, sin pedir nada a cambio.
Santana no era un director cualquiera. Él, una leyenda viva (número uno y ganador de cuatro grandes, entre otras muchas cosas), se encontraba cada mañana a las ocho de la mañana en la sala de reuniones junto con el resto del equipo. Entraba con los dos pulgares levantados al grito de ‘¡Hala Madrid!’, dispuesto a bajar al barro en los temas del día a día del torneo.
Es solo un detalle de los muchos que le hicieron brillar en el cargo de director del Mutua Madrid Open: Manolo iba personalmente a recoger a los jugadores al aeropuerto para darles la bienvenida, Manolo se sentaba en la primera fila de la sala de prensa a escuchar las comparencias ante los medios, Manolo se preocupaba de las necesidades de cada uno de los participantes del torneo, Manolo estaba para recibir a los invitados y Manolo mediaba cuando había algún problema que exigía dar la cara.
Manolo, por supuesto, tenía un corazón enorme. Se demostró cuando el torneo le propuso que Feliciano López ejerciese como director, nombrándole a él como presidente de honor. Desde entonces, Santana fue el primero en acoger y aconsejar a su sucesor, bromeando con una amenaza que cumplió: “¡no os vais a librar de mí!”.
Afortunadamente no nos libramos de él y tuvimos el privilegio de acompañarle hasta el final.
Manolo estuvo por última vez en el vestuario de la pista que lleva su nombre el viernes 7 de mayo de 2021. Rafa Nadal acababa de caer en los cuartos de final del torneo con Alexander Zverev, y Santana se acercó a darle ánimos, como siempre hacía con uno de sus jugadores favoritos, al que acompañó por medio mundo.
“No ha sido nuestro mejor día, Manolo, pero ya le ganaremos donde toque”, le dijo el mallorquín bromeando, encontrando la sonrisa cómplice de Santana.
En 2022, el torneo de sus amores, el que construyó de la nada y luego hizo crecer hasta convertirlo en una referencia, cumplirá 20 años. Manolo lo verá, pero esta vez desde arriba.
Te queremos, jefe.
Tu familia del Mutua Madrid Open.