A pesar de su corta trayectoria en el circuito profesional, Dominic Thiem ha conseguido rápidamente hacerse un hueco entre los mejores jugadores del panorama actual. Ha dejado muestras de su clase en casi la totalidad del globo terráqueo, pero en algunos torneos sus memorables actuaciones se han quedado sin recompensa. Uno de esos eventos es el Mutua Madrid Open, en el que acumula un sinfín de puntos y partidos increíbles y, sobre todo, dos finales, pero en ninguna de ellas tuvo la opción de alzarse con el añorado Ion Tiriac Trophy. Aun así, Madrid es sinónimo de éxito para el austriaco.
El juego y las condiciones con las que el austriaco entró al profesionalismo hacían presagiar que su palmarés se forjaría sobre triunfos en pistas rápidas. Sin embargo, con el paso de los años, Thiem se ha consagrado como uno de los mejores jugadores sobre arcilla hasta recibir el título honorífico de ‘Principe de la tierra batida’. Su historial de títulos lo avala: ocho de sus doce trofeos los consiguió en esta superficie. No obstante, y tras dos finales perdidas, quizá torneos como Madrid le deban algo más para alzarse con su primer gran título sobre tierra batida.
Su debut en el Mutua Madrid Open se produjo en el año 2014, con 19 años. Llegó como número 70 del mundo y, por tanto, tuvo que pasar por la fase previa. En ella consiguió ganar los tres partidos y accedió a su tercer cuadro principal de un Masters 1000. En primera ronda venció al ruso Tursunov y en segunda ronda se destapó ante todos tras vencer en tres mangas a Stan Wawrinka, por entonces número tres del mundo y reciente campeón del Abierto de Australia. Un partido guardado en la memoria colectiva como el día en que Thiem llamó a la puerta de la élite del tenis. Más valor toma aquel partido después del contundente 6-1 que le endosó el suizo en el primer set. Es decir, un joven de 19 años venció al número tres mundial, en su estreno en Madrid y remontado un set adverso. Una barbaridad. El partido concluyó 1-6, 6-2, 6-4. No obstante, el idílico año de su debut se vio emborronado por un problema gástrico que le forzó a abandonar antes de su partido de tercera ronda frente a Feliciano López.
No participó en la edición del 2015 y en 2016 volvió de nuevo a la capital de España más experimentado, más maduro y mucho mejor jugador. Además, aterrizó en la Caja Mágica con un ranking muy superior al de su última presencia en Madrid: No. 14 del mundo. Sin embargo, su nueva condición de jugador asentado en el circuito y a las puertas del Top 10 no fue suficiente para pasar de primera ronda frente a Juan Martín del Potro, que volvía a Madrid tras años de suplicio a causa de la lesión en su muñeca izquierda.
El 2017 le trajo a Thiem muchas satisfacciones y muchas cosas por primera vez. Ingresó por primera vez en el Top 4 y alcanzó su primera final de Masters 1000, precisamente en el Mutua Madrid Open. Sumando títulos en tierra batida, especialmente en la gira sudamericana de febrero, se postuló como uno de los favoritos al título. Y su torneo no defraudó. Superó una primera ronda relativamente cómoda frente a Donaldson, sin mucho desgaste, lo cual le vino bien para afrontar el que fue sin duda el partido más apasionante y exigente de aquella edición. Fue el enfrentamiento en segunda ronda frente a Grigor Dimitrov. El búlgaro y el austriaco protagonizaron un auténtico espectáculo tenístico, una batalla de tú a tú, en la que se dejaron todo en la pista frente al asombro y admiración del siempre entendido público madrileño. La victoria finalmente cayó del lado de Dominic Thiem después de salvar cinco bolas de partido y rubricó su pase a los cuartos de final tras más de dos horas y media de juego.
Una vez recuperado el sobresfuerzo, Thiem demostró que, a parte de calidad, también tiene un físico envidiable. Recuperó muy bien y batió a jugadores destacados como Coric y Cuevas sin ceder un set. De esta manera se plantó por primera vez en la final del Mutua Madrid Open. El único mal para el austriaco en aquella última ronda del torneo era su rival, el rey de la tierra batida y el rey indiscutible de Madrid. Rafa Nadal acabó llevándose el título, aunque no sin sufrir. El jugador austriaco plantó cara al español, especialmente en el primer set, demostrando que no le pesa la etiqueta de sucesor del balear en el reinado sobre la tierra batida. No obstante, todavía le faltaba algo más para ello.
Ese algo llegó un año más tarde. Consolidado ya en el Top 10 y siendo candidato serio a los grandes eventos tenísticos, Thiem regresó a Madrid con unas expectativas altas y volvió a firmar un gran torneo. Tuvo un debut complicado en la segunda ronda frente a Delbonis, en el que tuvo que remontar un set adverso. Más difícil fue incluso el siguiente partido frente a Borna Coric. El buen estado de forma del croata obligó a Thiem a dar lo mejor de sí . Perdió el primer set 6-2 y a punto estuvo de perder en el tie-break del segundo set, que dominaba 6-1 (acabó 7-5 para Thiem). Un break en la tercera manga le bastó para sellar su pase hacia otro enfrentamiento con Nadal sobre tierra batida y en Madrid. La experiencia y los antecedentes frente al balear sirvieron al austriaco para tomarse la revancha tras la final perdida del año anterior. El partido fue dominado por Thiem en todo momento, dejando sin muchos argumentos ofensivos al español. Esa victoria le dio impulso y consiguió su billete a su segunda final consecutiva en Madrid tras una victoria muy sólida frente al cañonero Anderson.
De nuevo, el éxito esquivó a Thiem y cayó en manos de un Alexander Zverev que realizó un torneo impecable y no dio ninguna opción a su rival.
Conociendo la manida frase de ‘a la tercera será la vencida’, ¿la hará realidad Thiem este año en Madrid?