No sobraba ni un asiento en la pista central del Madrid Arena de la Casa de Campo. Un joven Rafael Nadal que ya era No. 2 del Ranking ATP se enfrenta al siempre peligroso Ivan Ljubicic en una final que quedó en la memoria de todos los amantes del tenis, una final a cinco sets, de las de antes.
A diferencia de otras victorias épicas del jugador mallorquín, esta no se esperaba en absoluto. Este jugador croata había llegado a la final casi sin hacer ruido y todos los asistentes esperaban una victoria cómoda de Nadal pero no fue así.
“Es uno de los mejores recuerdos que tengo en mi mente de este torneo”, recuerda el cinco veces campeón del Mutua Madrid Open. “Es verdad que se disputaba en otro escenario y que era un torneo en pista cubierta en el mes de octubre, casi nada que ver con hoy en día. Incluso la final era al mejor de cinco sets”, continúa Nadal, que en ese 2005 terminó número dos del mundo. “Recuerdo que en gran parte por el apoyo del público pude darle la vuelta al marcador y acabar ganando una final en la que perdía dos sets a cero”.
Ljubicic empezó a desplegar un tenis tan espectacular que sorprendió a todos. Con unos servicios que llegaron a alcanzar velocidades de 235 km/h, buenos golpes de derecha y revés, voleando profundo y hasta dejadas hicieron que el jugador croata se pusiera 2-0 a sets.
Pero lejos de arrugarse, el jugador manacorí empezó a cocinar la remontada como solo él sabe hacerlo. Sacando el puño cada vez que ganaba un punto importante, acompañado del griterío que retumbaba en la pista central del Madrid Arena, Nadal consiguió ganar el tercer set por 6-3.
La cuarta manga fue un apéndice de lo que se vio en el anterior set, Rafa dominaba con su juego y el croata se mantenía en el set gracias a su potente servicio. El cuarto set se cerraba por un 6-4 para Nadal y venía un quinto set de infarto.
No era la primera vez que Nadal se veía en una tesitura similar, la arcilla romana fue testigo de cómo Nadal se proclamaba campeón del Masters Series de Roma derrotando a Guillermo Coria. Un partido tan épico tenía que terminar con un tie-break en el último set y efectivamente así fue.
Con 6-3 en el desempate a favor de Nadal, un drive del croata se estrelló en la red y desató la locura entre los asistentes al partido. Esta fue una de las muchas gestas a las que Rafael Nadal nos tiene acostumbrados, alguna de ellas también se ha vivido en Madrid, pero pocas se pueden acercar a lo que se vivió aquel día.