El registro más destacado que va a dejar David Ferrer en el tenis después de casi dos décadas como profesional (desde 2000) es el de encabezar la lista de jugadores que en la Era Open, desde 1968, han ganado más títulos sin que ninguno de ellos sea de Grand Slam. El de Jávea ha conquistado 27 campeonatos en las 52 finales individuales que ha disputado. Con esta marca superó al ganar el último, en la tierra batida sueca costera de Bastad ante el ucranio Alexandr Dolgopolov en julio de 2017, al neerlandés Tom Okker, que había sido el líder tradicional de dicha clasificación con un título menos. Como curiosidad, en dicha lista ocupan posiciones destacadas el argentino José Luis Clerc y el estadounidense Brian Gottfried. Ambos levantaron 25 trofeos, pero ninguno de ellos fue en un Major. Y de jugadores recientes, que hayan convivido en el circuito con Ferrer, podemos destacar a Nikolay Davydenko. El ruso ocupa la séptima plaza con 21 títulos.
La relación de 27 títulos sumados por Ferrer se inició también en arcilla, en Bucarest 2002, cuando vivió su primera gran semana. Se sobrepuso en primera ronda a un mal inicio ante el italiano Andrea Gaudenzi. Cedió el primer set y después solo dejó escapar un juego en los dos siguientes parciales y ya nadie le volvió a ganar un set hasta que levantó el trofeo tras la final vencida al argentino José Acasuso. Hay algunos datos que reflejan la evolución de David como jugador. Si en un principio, lo normal es que fuera un tenista solo peligroso en tierra batida fue uno de los más inteligentes en adaptar su tenis a superficies más rápidas. De hecho, los títulos levantados en arcilla ni siquiera superan la mitad, han sido 13 por 12 en pistas rápidas artificiales (5 de ellos bajo techo). Y los 2 que faltan para completar la lista fueron nada menos que en hierba y en el mismo escenario, en s-Hertogenbosch, en Países Bajos, una tradicional parada del calendario camino de Wimbledon. Y con el primero le faltó solo una semana para poner otra pica en la historia del tenis español. Resulta que desde que consiguiera imponerse Andrés Gimeno en Nottingham en 1972 ningún compatriota logró vencer en hierba hasta que en 2008 Rafa Nadal conquistó Queen´s el 15 de junio. Justo una semana después Ferrer hacía lo propio ante el francés Marc Gicquel como culminación a otra de sus grandes semanas en la que no cedió ningún set a pesar de enfrentarse a rivales de la entidad del croata Mario Ancic o el argentino Juan Martín del Potro.
Cuando Nadal volvió a derrotar en el Conde de Godó 2019 a Ferrer, el balear declaró que respetaba la decisión de retirarse de su rival y amigo, pero que no estaba «para irse a ningún sitio porque tenía el nivel para seguir compitiendo a un nivel alto». Esto refleja otro de los deseos del valenciano, marcharse dejando, como siempre, una gran imagen y preparándose a conciencia para ello. Y es que Ferrer es otro ejemplo de esos jugadores que han ido reinventando su juego y mejorando con los años. De hecho, hay otra clasificación histórica que no encabeza, pero en la que está muy bien situado el protagonista de este artículo que ha dividido sus títulos con mucho precisión entre antes de cumplir los 30 años, 14 de ellos, y después, los 13 restantes. De hecho, el número 14, en Acapulco 2012 lo ganó un mes antes de cumplir los 30, en otra de sus grandes semanas donde nadie le arrebató un solo parcial. De hecho, en esta relación, solo tiene 5 jugadores que en tiempos de unificación del tenis profesional y aficionado hayan levantado más trofeos con 30 años cumplidos. Todos son leyendas: Rod Laver, con 45; Roger Federer con 34, Ken Rosewall logró 31 y muy cerca, Andre Agassi 15 y Jimmy Connors 14. Nadal, de momento, lo ha conseguido 11 veces.
El primer año en el que Ferrer demostró que estaba destinado a ser un gran jugador en todo tipo de superficies fue 2007 y lo hizo de principio a fin. Comenzó con la conquista en Nueva Zelanda del abierto de Auckland, el que sería su primer título fuera de la tierra y el primero de los 4 que levantó allí, en uno de los escenarios elegidos para su despedida. Aunque no hubo título, es difícil encontrar un juego más brillante de Ferrer sobre suelo rápido que el que le llevó a la final de la Copa de Maestros de 2007 en Shanghái. En la liguilla superó a Novak Djokovic, Rafa Nadal y Richard Gasquet. Y en semifinales solo le dejó hacer 4 juegos a Andy Roddick. Con esta carta de presentación y solo un set perdido, frente al otro español del torneo, se presentó en la final, pero allí le esperaba alguien que le admira también, pero al que no ha podido derrotar en 17 intentos, Roger Federer, que le venció en su única final de un Masters con semejante contundencia a la que lo haría cinco años y medio después Nadal en Roland Garros, en la única final de Grand Slam a la que ha podido llegar. No obstante, tras ser subcampeón en París, Ferrer pudo alcanzar un mes después el mejor puesto en la clasificación mundial, entrar en el podio, ser el número 3 en plena convivencia con Federer, Nadal, Djokovic y el británico Andy Murray. Atrás quedaban afirmaciones que reflejaron en su momento el carácter modesto de Ferrer, como su insistencia en decir que era el peor número 4 de la historia del tenis o en la sala de prensa de Terra Mítica en el transcurso de la eliminatoria de Copa Davis ante Serbia el 8 de marzo de 2009 cuando después de derrotar, una vez que el vendaval del viernes había pasado, a Djokovic declaró que creía que no volvería a estar entre los 10 primeros del mundo. Esa semana era el duodécimo de la lista, pero ya había llegado a estar el cuarto.
A lo largo de su carrera, Ferrer ha dejado otras frases y declaraciones para el recuerdo. Por ejemplo, cuando en aquel gran año 2007 llegó en Nueva York a la que era su primera semifinal en un Major. Había remontado en el camino un set en contra tanto a David Nalbandian como al propio Nadal. Antes de enfrentarse a Djokovic declaró que todo aquello hubiera sido mucho más bonito de producirse en París. Lo que demuestra que a pesar de tratarse de un torneo del mismo nivel siempre existen preferencias. Y sin duda, una preferencia que va a quedar para siempre como incumplida por parte del alicantino es la conquista del trofeo en Barcelona y todo ello a pesar de que llegó hasta en cuatro ocasiones a la final, pero siempre se encontró en ella a Nadal. Y el año en el que el jugador que da nombre a la pista central del Real Club de Tenis Barcelona 1899 no compitió, en 2010, Ferrer se cruzó con un Fernando Verdasco pletórico que le remontó en semifinales en incorporó el título a su palmarés. En la capital catalana dejó otra frase célebre, en la ceremonia tras la final de 2012, dijo que aprovechaba para felicitar a Nadal también por el título del año siguiente, porque estaba seguro de que sucedería así, pero no tanto de su propia presencia en la final para hacerlo. Y efectivamente, así ocurrió en 2013 cuando Nadal derrotó en el último partido a Nicolás Almagro.
El Conde de Godó no es la única espina clavada en el caso de Ferrer. Su conquista del Masters 1000 de París en Bercy en 2012 figura en solitario como su torneo individual más importante porque otra vez estuvo a punto de ser el primer español en fijar un logro, pero esta vez se quedó a un punto y le pudo sobrar una revisión. Fue en el transcurso de la final de otro Masters 1000, el prestigioso de Miami, donde Nadal no ha podido vencer a pesar de haber disputado ya 5 finales. El de Jávea estuvo más cerca en 2013. Tenía punto de partido a favor ante Murray y en mitad del intercambio Ferrer detuvo el juego para confirmar el bote de una bola de su rival. El Ojo de Halcón aclaró que fue correcto y el español ya no tuvo más oportunidades. Acabó perdiendo 26 64 76(1). Y sin duda, otro trofeo que faltará para siempre en la gran colección de trofeos del valenciano es una medalla olímpica. El destino tuvo su parte de crueldad el verano anterior con él y su pareja en Londres 2012, el actual director del Mutua Madrid Open, Feliciano López. Estaban disputando la semifinal de dobles y, aunque al resto, disponían de tres pelotas de partido ante el dúo formado por Michael Llodra y Jo-Wilfried Tsonga, que les llevaban a la final y les aseguraba una presea como mínimo de plata, pero los franceses levantaron una tras otra y acabaron imponiéndose 63 46 18-16. Y en la final por el bronce les apartó del podio otra pareja francesa, la integrada por Julien Benneteau y Richard Gasquet.
Hay que destacar la notable aportación de Ferrer al equipo español de Copa Davis, donde ha ganado 28 de los 33 partidos, todos individuales, que ha disputado, y ha sido pieza fundamental en la consecución de los tres últimos títulos en 2008, 2009 y 2011. Dejó además un último triunfo para el recuerdo y ante sus paisanos con la victoria en cinco sets en la plaza de toros de Valencia de 2018 ante el alemán Philipp Kohlschreiber en los cuartos de final. Fue el punto que decantó la eliminatoria del lado español. La perspectiva de lo que ha significado David para el tenis mundial la da el hecho de que ha coincidido con la mejo generación de jugadores de la historia y además uno de ellos ha sido su compatriota Nadal, lo que también ha condicionado sus logros y probablemente la valoración limitada tanto de los medios de comunicación como de los aficionados. Ferrer es el segundo jugador que más finales ATP ha disputado, con las 52 mencionadas. Lejos de las 117 de Nadal, pero por encima del resto. Podemos concluir afirmando que los 27 títulos acumulados dejan los números de Ferrer solo por detrás de 4 españoles: Nadal (80), Conchita Martínez (33), Manuel Orantes (32) y Arantxa Sánchez Vicario (29).