Madrid, siempre tan de moda, celebra a lo grande el regreso de Roger Federer, al que hay que disfrutar cada día como si fuera el último. Gasta el suizo una carrera de leyenda, inevitable el pensar en el epílogo porque los años suman para todos, pero aún hay magia en esa raqueta, añorada en la Caja Mágica durante las tres últimas ediciones. Desde 2015, eliminado entonces a la primera por el irreverente Nick Kyrgios (ya apuntaba maneras el australiano), no se le veía por la capital, así que en este 2019 hay motivos de sobra como para engancharse al Mutua Madrid Open, ya de por sí un torneo extraordinario.
Federer lo es todo para el tenis, y difícilmente se verá otra cosa igual. Más allá de ese palmarés descomunal, alcanzado ya el centenar de títulos y con 20 Grand Slams en la mochila, del suizo cabe destacar sus formas y sus valores, reconducido a tiempo después de unos inicios, reconocido por él mismo, algo más rebeldes. Federer es educación y respeto y en Madrid se le quiere como a un héroe, y eso que ha sido, históricamente, el enemigo más íntimo de Rafael Nadal. Una cosa no quita la otra y de esa rivalidad hay cientos de aspectos de los que aprender.
Camino de los 38, al helvético le mueve la pasión y las ganas por seguir sumando hazañas. Es un depredador y ha aceptado el reto de Madrid después de dos años sin pisar la tierra batida, puede que la superficie en la que menos ha triunfado. A medida que suma canas, entiende mejor que nadie a su cuerpo, y Federer asumió que necesitaba dosificar y planificar un calendario acorde a sus posibilidades. A poco que esté bien, la arcilla europea es patrimonio de Nadal, así que el genio de Basilea, que detesta perder, ha ido reduciendo sus presencias en ese territorio, aunque anunció su vuelta para este 2019. Y si lo hace es porque se ve capacitado de luchar absolutamente por todo.
El historial de Federer en Madrid es igualmente muy bueno. Su primera vez fue en 2002, cuando entonces se jugaba en el Rockódromo, y ha disputado once ediciones con un balance de 35 victorias y ocho derrotas. Además, puede presumir de una exclusividad que, de momento, nadie podrá alcanzar, pues es el único que ha alzado el trofeo en pista dura (2006, superando a Fernando González en la final), en la clásica tierra roja (2009, ganó a Nadal por un doble 6-4) y en la innovadora tierra azul (arrollador en el experimento de 2012 al imponerse a Tomas Berdych en la lucha por el título). En definitiva, Federer es un campeón en todos los colores.
Con su participación, Feliciano López cumple con el deseo que predicó a los cuatro vientos nada más asumir la dirección del torneo. El toledano, que se estrena como jefe en los despachos después de aprender de Manolo Santana, el mejor maestro posible, dijo que haría todo lo posible por volver a tener a Federer en las pistas de la Caja Mágica antes de su adiós definitivo del tenis, y he ahí la respuesta. Vuelve el genio, es tiempo para callar y disfrutar.
Por Enrique Yusta