Ha llegado la hora. David Ferrer (Javéa, España; 1982) se retirará en dos semanas semanas, cuando juegue su último torneo en el Mutua Madrid Open, que se celebrará del 3 al 12 de mayo en la Caja Mágica. Atrás quedará entonces una de las mejores carreras en la historia del tenis español, plagada de títulos (27), grandes momentos (llegó a ser número tres del mundo) y emocionantes recuerdos. Antes de la retirada, Ferrer charló con los medios oficiales del Mutua Madrid Open para valorar sus dos décadas como profesional.
En los últimas semanas hay una imagen icónica: su bandana de pelo descansando en la pista.
No lo hago por quedar bien. Fue en Auckland donde empezó todo. Perdí el partido y ese es mi último recuerdo en cada torneo. Es como dejar las últimas gotas de sudor.
Porque el final de su carrera está muy cerca.
Sí, ylas sensaciones que tengo son buenas. Me siento feliz por cómo ha sido esta transición de aceptar que iba a dejar de jugar, que este iba a ser mi último año hasta el momento actual. Siempre hay un poco de miedo a los últimos torneos, uno piensa en cómo se va a sentir, pero mi objetivo es estar contento. Yo me siento competitivo, estoy jugando en los torneos que me han dado más cariño y que más me ilusionan. Gracias a la carrera que he tenido puedo mirar hacia atrás y sentirme orgulloso por todo lo conseguido.
¿Esperaba tanto cariño?
La verdad es que no, me ha sorprendido mucho. Sobre todo mis compañeros en el mundo del tenis. Por ejemplo, ir a Auckland que es un país completamente diferente y ver cómo te aprecian. Eso es porque debes haber dejado un buen recuerdo de todos los años que has jugado al tenis. Eso es con lo que me quedo. Aparte de haber sido lo que he sido como jugador de tenis he dejado algo que a la gente le ha gustado.
¿Eso vale tanto como un título?
¡Hombre, y tanto! ¡Vale más! Al final lo que queda es la persona, los títulos quedan en la sala de trofeos que tengo, pero no dejan de ser trofeos. El cariño que he tenido por parte de todo el público y de mis compañeros y amigos en el mundo del tenis es con lo que me quedo. Con las experiencias vividas.
Carlos Moyà dice que es muy complicado gestionar el momento de la retirada, de decir hasta aquí hemos llegado.
Una de las cosas de las que me siento más orgulloso es esta: poder irme con mucho cariño del tenis, poder marcharme contento y feliz. Mucha gente se retira por lesiones o porque, quieras o no, uno no puede competir con los mejores. O no está al nivel que querría. Físicamente yo no estoy al nivel que querría, pero tenísticamente me encuentro muy bien. Poder acabar con buenas sensaciones era primordial para mí. En ese aspecto es como que mi etapa se ha cerrado. Soy consciente de que dejaré de jugar a tenis y de que son mis últimos torneos. Pero el David Ferrer tenista ya no es el tenista profesional. Ya estoy formando parte de otro momento de mi vida.
Entonces, si pudiera aguantar tres o cuartos partidos sin romperse, no se retiraría.
Sí, pero para eso se necesita un esfuerzo mayor. Jugar muchos más torneos, jugar torneos menores. Y eso a mi edad y en el momento en el que estoy no quiero hacerlo. Mi ilusión y motivación es poder jugar en las pistas centrales, jugar los torneos grandes, porque lo siento así. Y quiero acabar mi carrera jugando mis últimos torneos en las canchas principales.
Juguemos a imaginar: ¿cómo sería tener el cuerpo de los 19 años y la cabeza y el tenis de la edad actual?
Sería perfecto, pero eso no existe. Al final es verdad que con el paso del tiempo maduras y tienes una evolución. En mi caso ha sido muy buena, estoy muy contento por ello. El otro día me decía Paco Fogués, mi entrenador, que si tuviera tres años menos con la sensación tenística o la manera de ver las cosas que tengo ahora todo sería mucho más fácil.
Como persona, ¿cuánto ha crecido desde que empezó a jugar?
Bueno, es lo que soy. De las cosas que más feliz me siento es de mi evolución como persona. Sobre todo año a año en el mundo del tenis. Si yo mirara atrás y me viera cuando tenía 20 años y miro lo que soy ahora, veo dos personas completamente distintas. Habría muchas cosas con las que no estaría de acuerdo con ese chaval que empezaba a jugar. Pero eso forma parte de la vida. El fallar, el evolucionar, el crecer cada año como persona para crecer como tenistas.
¿Qué le diría a ese chaval?
Que tuviera más calma, que tuviera curiosidad por hacer otras cosas, que escuchara a otras personas, no solo al entorno que tenía en ese momento. ¡Es que le diría tantas cosas…! Que fuera más tranquilo y viviera el momento. Le pediría sobre todo que disfrutara del momento. Soy una persona muy autoexigente, pero en la autoexigencia también se puede disfrutar cada instante.
¿Cómo empezó?
Tengo muchos recuerdos en mi casa, en el frontón del Club de Tenis Jávea. Sábados y domingos pasaba todo el día allí. Después de entrenar pasaba tiempo con los amigos y por la tarde jugar al frontón. Recordaba sobre todo jugadores que idolatraba. Carlos Costa, Sergi Bruguera, Andre Agassi… y cómo los imitaba jugando al frontón. Eso es un buen recuerdo.
¿Se le pasó por la cabeza que años más tarde se enfrentaría a esos nombres?
Lo he pensado luego cuando he estado junto a ellos. Cuando he jugado con Albert Costa, con Àlex Corretja, con Carlos Moyà… Con Sergi Bruguera que fue mi ídolo y luego fue mi capitán. Pero en el momento no. Era algo tan lejano que jugaba, competía y me gustaba lo que hacía. De los mejores recuerdos que tengo de cuando era pequeño, desde que tenía siete u ocho años cuando empecé a jugar hasta que tuve 20 al hacerme profesional, no pensé en si llegaría a ser lo que he sido. Solo pensaba en ir haciendo.
¿Le presionaron en el frontón?
Tuve mucha suerte con mis padres. No lo digo porque sean ellos, pero siempre han tenido un respeto y una educación grande hacia el deporte. Me han dado unos valores en la vida por los que les estaré eternamente agradecido. Mi padre siempre ha dado ejemplo, siempre defendía que lo importante no es ganar o perder sino el hacer lo que uno pueda, intentarlo y disfrutar de jugar. Uno debe tener claro que solo es un deporte. Hay que entender que la derrota duele, eso él lo comprendía. Pero mis padres lo hacían bien y nunca he sentido esa presión. El entorno y los managers llegaron algo más tarde para mí. Cuando tenía 19 o 20 años y gané mi primer ATP fue cuando tuve mi primer manager, que fue Carlos Costa. Hoy en día eso es indispensable. Actualmente con 15 o 16 años ya hay un entorno mucho más cerrado con el jugador. En mi época era diferente y era todo más tranquilo en ese sentido.
¿Se puede llegar arriba sin tener unos buenos padres?
Sí, por supuesto. Uno puede llegar a ser un gran jugador. Al final esto es deporte. Si un padre le mete presión a su hijo o lo machaca, puede ser un gran campeón. El problema es quién lo prepara para cuando deje de jugar a tenis. Eso es lo complicado. Te aseguro que si tengo que elegir, prefiero ser como soy como persona en la casa de mis padres que haber sido número tres del mundo. La educación que he recibido creo que me ha hecho estar tranquilo conmigo mismo y enfocar la retirada de manera noble, feliz y tener el cariño de gran parte del mundo del tenis.
¿Hasta qué edad estudió?
Estudié hasta segundo de BUP. Hasta los 16 o 17 años.
¿No se ha planteado acabarlo?
Con el tiempo me ha quedado esa espina clavada. Con 16 años me fui a Barcelona. Empiezas a viajar y no puedes seguir con los estudios como me hubiera gustado, no entonces, pero sí en estos momentos. Ahora siento esto. Pero luego me he formado como persona, tengo mis inquietudes y sigo haciéndolo. Cuando acabe el tenis tengo muchas cosas por hacer y una de las que más me llama es formarme mentalmente.
¿Se llegó a ver joven, rico y con fama?
A ver, rico no. Pero sí que cuando tienes 20 años, las cosas te van bien y ves que tienes privilegios o ganas mucho dinero con esa edad y ves que tus amigos están estudiando, pues sí que es algo chocante. En el mundo del tenis viajas cada semana y tampoco lo acabas de pensar. Pero sí es verdad que el entorno es muy importante para que tengas los pies en el suelo. Es obvio que hay momentos en que te desubicas un poco.
¿Cómo se hace?
Es clave el entorno que tienes, el rodearte de gente que te ofrezca buenos consejos. Necesitas gente que pueda ayudarte y que te den críticas constructivas. Pero también es verdad que en la vida hay que fallar para aprender de los errores. Nadie nace sabiendo todas estas cosas sino que aprende viviéndolas.
¿Usted es de los que siempre tienen que llevar la razón?
Sinceramente yo siempre he sido muy abierto a escuchar otras opiniones. Hay momentos en que si no estoy de acuerdo, pues no lo estoy. Tengo personalidad suficiente para decirlo. Pero me gusta mucho recibir otras opiniones, no me gusta observar la vida solo como la veo yo. Respeto mucho al próximo y la manera de ver las cosas. Creo que eso es fundamental hoy día en la sociedad. El entender que hay muchas maneras de hacer las cosas y también están bien. Tu manera de verlo no tiene por qué ser la única.
¿Ha pensado ya qué hará cuando acabe?
No lo he pensado mucho, seguro que estaría vinculado con el mundo del tenis. Me encanta y lo adoro. Mi vida ha sido tan intensa y he viajado tanto, que lo que quiero es estar un poco con mi familia y hacer cosas que nunca he hecho. Poder viajar de una manera algo más tranquila, conocer el mundo de forma más pausada y centrándome más en ellos. El pasar tiempo con mi familia y con mi hijo. Me gustaría esquiar, hacer de comentarista que nunca lo he hecho y saber cómo puedo comunicar… Es una manera de aprender en la enseñanza. La enseñanza me gusta mucho de 10 a 16 años. Es una época un poco para los jóvenes y adolescentes y ahí sí que me gustaría ayudar. No este año, porque quiero estar pausado, pero para el siguiente es algo que sí me ilusiona.
¿De verdad cree que Federer, Nadal, Djokovic y Murray le han hecho mejor jugador? Lo repite usted mucho.
Sin lugar a dudas. Ellos tenían mucha ambición. Rafa ha sido un espejo para mí. Aunque ha sido más joven y entró más tarde en el circuito he aprendido de él. El ganar un torneo y volver a ganarlo. Levantar Roland Garros, irse a Queen’s y volver a ganar… Eso me hizo entender que cuando ganas un torneo no basta sino que hay que seguir. Eso me ha ayudado a ser número tres del mundo y a tener la regularidad que tuve. Si no los hubiera visto como jugadores, si me hubiera quedado con otro tipo de jugadores que vi al principio, no diré nombres, no hubiera sido tan buen jugador.
¿Pero en otra época no habría ganado un Grand Slam?
Es que no puedo entrar en eso. Si no hubiera sido tan buen jugador igual no habría ganado un Grand Slam. No puedo entrar en algo que no sé. Sólo puedo decir que no he ganado un Grand Slam porque no he podido hacerlo. He intentado dar lo máximo de mí pero no me cambio por jugadores que lo han ganado. Hay tenistas que han ganado un Grand Slam y solo han jugado uno o dos Masters. Yo he hecho siete, he sido el segundo o tercer jugador en la historia de España en ganar X partidos, el 12 del mundo en ganar X cantidad de encuentros… Mi vida tenística ha sido muy buena. Durante muchos años de mi carrera me he sentido muy bien conmigo mismo.
¿Tiene más grabada la final de Roland Garros o el Ojo de Halcón que le costó el título en Miami?
El Ojo de Halcón de Miami, sin duda. Hay dos momentos duros en mi carrera. Los Juegos Olímpicos de Londres con Feliciano López y la final de Miami. Por esa bola que pedí pues se dio así. A veces, cuando he ido a entrenar a Miami, en la pista central de Crandon Park aún siento ese pequeño momento de tristeza que cuesta superar.
¿Se dio cuenta cuando paró el punto para pedir esa bola que era mala?
Era muy justa. Sinceramente pensé que era muy justa. Es que lo fue. Se dio así. Si no hubiera existido el Ojo de Halcón hubiera ganado el torneo.
Mencionaba los Juegos Olímpicos de Londres con Feliciano.
Estábamos los dos en el vestuario y fue durísimo. Es que estábamos jugando tan bien. Y ese partido, con 0-40, por cómo fue,… Fuimos mejores durante todo el partido y nos dolió muchísimo. Si hubiéramos perdido el partido fácil, creo que hubiéramos tenido más probabilidades para ganar la medalla de bronce. Pero fue tan duro mentalmente que nos costó mucho el día siguiente.
¿Y la final de Roland Garros con Nadal?
Es diferente porque no tuve oportunidad. No me achaco nada, pero la motivación para jugar ese partido no fue la mejor. Entré en la pista algo acongojado. Y era normal porque era mi primera final, es algo lógico. Pero bueno, quizá en esos momentos no sabíamos más. Ni yo ni mi equipo técnico de entonces teníamos más noción para afrontar ese partido. Hicimos lo que pudimos.
¿Qué jugadores han marcado su carrera?
Diría que Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyà, Albert Costa y Sergi Bruguera. He aprendido mucho de ellos. Con Àlex Corretja también en la silla. Pero primero Juan Carlos Ferrero porque me ayudó muchísimo. Fue un espejo para mí y me dio muy buenos consejos. Él fue primero número uno y luego vine yo. No es fácil porque somos de la misma Comunidad, pero él me abrió las puertas y me ofreció consejos. Estuvimos muy unidos. Eso es algo por lo que estaré eternamente agradecido. Es un poco lo que siento ahora con Roberto Bautista. Juan Carlos me enseñó a ayudar a un tenista joven. Nos llevábamos bien y me dio la oportunidad de estar junto a él en un torneo como el que teníamos en Valencia. Le tengo mucho respeto y cariño, es una persona a la que siempre estaré agradecido. Si de algo me arrepiento es de no haber dado el paso en ciertos momentos de mi carrera de haber trabajado con él. Jugadores como Carlos y Sergi también, son figuras de las que me hubiera podido empapar. Hay momento de mi carrera en los que no supe hacerlo.
¿Cuántos amigos de verdad se lleva del circuito?
Amigos le diría que tres o cuatro. Compañeros tengo muchos y con mucho cariño. Pero la amistad que pueda sentir con Juan Carlos, con Feli o con Marc López, con Rafa el que tengo un cariño
¿El rival más duro que se haya encontrado?
Para mí, Federer. Cambiaba los ritmos y me volvía loco. Igual le hacía sudar como a muchos jugadores, pero nunca tenía oportunidad para poder ganarle.
Sin dar nombres pero, ¿hay jugadores a los que sintiera que por estilo de juego tenía muy dominados?
Sí. Puedo decir que con David Nalbandian se me daba bien jugar. Es un jugadorazo pero se me daba bien. Pero también hay tenistas con los que siempre he sufrido. Hay estilos de juego con los que te acomodas bien. Sin embargo hay otros, aunque tengan menor ranking, en los que te cuesta más ganar. Eso sucede.
¿Se le ha pasado esta vida demasiado rápido?
Ha pasado muy rápido porque he sido feliz. Cuando la vida pasa lenta o estás en una situación que no te gusta todo se ralentiza. Si haces un trabajo que no te gusta imagino que debe pasar muy lento. Sin embargo, adoro lo que hago, mi trabajo ha pasado rápido porque he sido feliz.
¿Por qué decide irse en el Mutua Madrid Open?
Porque es un Masters 1000, porque está Feliciano, porque Madrid siempre me ha tratado de forma increíble. A la gente le encanta el tenis y le tengo mucho cariño a la ciudad. Juego en casa, tengo la oportunidad de hacerlo en un Masters 1000 y están los mejores jugadores. Para mí, tener la ocasión de acabar disputando un torneo donde están los mejores jugadores es lo que quiero.
¿Qué le parece la figura de Feliciano como Director?
Me gusta mucho. Soy muy parcial porque es muy amigo mío. Pero es una figura necesaria en el mundo del tenis: tiene don de gentes, tiene imagen, conoce muy bien el circuito y entiende al tenista. En ese aspecto es la persona idónea para ese cargo. Creo que no habría un mejor director de torneo que Feliciano.
Después de que acabéis vuestras carreras los tenistas de tu generación, ¿sería una pena que el torneo de Madrid desapareciese?
Espero que nunca se vaya. Es un torneo que funciona muy bien y al que va muchísima gente. Creo que a día de hoy se ha hecho un gran esfuerzo para que se siga haciendo el torneo de Madrid. Pienso que es fundamental para el país porque tiene mucha tirada y se vive muchísimo. Se necesita.
¿Cómo ha sido su relación con Manolo Santana durante este tiempo?
Ha sido muy buena. Manolo es una persona genial. Cuando hablas con él y ves las bromas que hace… Tiene una vida muy alegre con una edad avanzada, tiene chispa. A los jóvenes nos ha ayudado muchísimo. Recuerdo que cuando perdía me llamaba y eso es algo complicado de ver. Que alguien se preocupe por ti sin un beneficio a cambio, y eso Manolo lo hacía. Le tengo mucho respeto por todo lo que ha dado al tenis. Fue el pionero. Gracias a él somos lo que somos y puedo estar hoy aquí hablando con usted.
Habla de jóvenes y respeto. ¿Les falta respeto a los jóvenes?
No lo sé. A veces me gusta ponerme en la piel de ellos. Me leo entrevistas de millenials o algún youtuber porque no lo entiendo. Mis hijos van a vivir eso y quiero ponerme en su piel para poder entenderlo.
¿Y lo entiende?
¡Aún no! Pero intento ver en qué mundo viven para poder explicarles qué es lo que siento yo o qué es lo realmente importante en la vida. Quizá sea tópico hablar de cómo son los niños de hoy en día. Simplemente viven en otro mundo, la vida evoluciona. Todo cambia. Nosotros también tenemos que cambiar. Ellos y nosotros.
¿Por qué no llegan los jóvenes arriba salvo casos excepcionales?
Se junta un poco todo. Creo que el tenista dura más. Yo he cumplido 37 años y eso antes era impensable. Al final no puede entrar todo el mundo en ese círculo. Creo que ésa es la razón. El deporte se ha profesionalizado. Entonces es lógico que la carrera del deportista sea más extensa.
¿Qué hobbies tiene usted?
El yoga, por ejemplo. Hago pilates también. Ahora tengo un perro y me gusta mucho la psicología canina. Son cosas diferentes. Mi mujer está haciendo un curso de liderazgo, y es interesante ver las diferentes figuras a la hora de liderar una empresa. Son ámbitos diferentes que nunca he visto. Después, me gusta el ciclismo, el pádel,…
¿Qué lee ahora?
He estado leyendo ‘Reina roja’ de Juan Gómez-Jurado, es novela. Y estaba leyendo un libro de psicología que habla de reinventarse.
¿Papel o kindle?
Papel siempre.
¿Series?
El otro día vi ‘El Embarcadero’, porque se hacía en Valencia. La vi con mi mujer. No tengo mucho tiempo para series, la verdad.
¿Cuánto tiempo hace que no va al cine?
La última película que vi fue ‘Bohemian Rapsody’. Hará dos o tres meses. Con un niño no tengo mucho tiempo.
¿Es peor o mejor padre de lo que se imaginaba?
Al principio peor, pero ahora me siento mejor. Hasta que he aceptado que mis rutinas son para él y las disfruto, me siento cada vez mejor padre. No soy un padre perfecto ni nunca lo seré, no pretendo serlo. Pero uno intenta hacer lo que pueda. Al final creo que la mejor educación es el ejemplo que yo le pueda dar.
¿Es muy nervioso?
Sí, sí que lo es. Duerme poco, tienes que interactuar siempre con él porque no es de los que se queda jugando solo. Le gusta estar siempre pendiente.
¿Le gustaría que su hijo esté vinculado al deporte?
Seguro. No porque sea deportista profesional, que eso es muy complicado y va a ser muy difícil, sino por los valores que tiene el deporte. En el mundo del tenis que es el que conozco, el respeto, el sacrificio, el caer y volver a levantarse en la derrota, aprender a convivir con la derrota es algo muy importante. Hay que aceptarlo y hay que tener resiliencia para mejorar y para ser más fuerte. Me gustaría que hiciera deporte. Tenis, baloncesto, fútbol,… todos tienen un cierto sacrificio y muchas cosas en común. Son diferentes maneras, pero los valores que puedan tener son importantes.
¿Qué recuerdo le gustaría que tuviese de su padre?
Me gustaría que recordase que su padre jugaba con él. Que hagamos cosas juntos, que estudie con él,… Pasar tiempo con él. Obviamente nunca seré su amigo porque soy su padre y eso lo tengo clarísimo, pero que tuviera confianza para preguntarme las cosas. Y poder ser abierto en ese aspecto.
Si él coge una raqueta y le gusta el tenis y quiere ayuda…
Eso va a ser difícil. Por supuesto que jugaré con él, pero para pasarlo bien. No para darle consejos para que juegue al tenis. Eso tiene que haber otros profesionales y no el entorno de la familia el que lo haga.
¿Es muy difícil la figura de un padre para entrenar?
Sí, yo la veo muy complicada. Todavía no la he vivido, pero creo que debe serlo. Hoy entrenaba a Marta, mi mujer, y es complicado porque quiere hacer lo que ella quiere. Divertirse. Lo entiendo y hago cosas para que se divierta, no para que aprenda. Y es mi mujer.
Volvamos a ustes. Cinco momentos de su carrera.
La semifinal de Roland Garros que gané a Tsonga. La final de París-Bercy.
¿Fue consciente de que aquel era su torneo?
Vi la oportunidad cuando perdió Murray, vi que Djokovic Rafa y Roger no estaban… Además, en ese momento en 2012, me sentía muy cerca de ellos. Fue el mejor momento de mi carrera. Y me quedan tres… Cuando gané en Valencia. La Copa Davis de Sevilla y la Copa Davis de Barcelona.
El nivel del partido de la final de Copa Davis en Praga contra Berdych. ¿Recuerda una versión de usted mejor que esa?
Es que ahí estaba en mi mejor momento. Para mí fue el mejor partido de mi carrera. Era una pista muy rápida y me sentí muy cómodo. Ah, y antes que ganar el torneo de Valencia me quedaría con la eliminatoria de Copa Davis que jugamos en Valencia. Porque fue el último momento. Cómo lo viví, porque ya no estaba tan bien tenísticamente y por cómo supe gestionarlo.
El partido con Kohlschreiber pone los pelos de punta.
Fue mi último partido de Copa Davis. Cuando me tiré al suelo ya no me levanté. Luego fui padre y estuve tres meses que no pude jugar bien al tenis. Tener en la silla a Sergi Bruguera fue especial. Es que es un momento que guardo con mucho cariño.
Cuando acabe de jugar, ¿le apetecerá seguir viajando de otra manera?
Me apetece viajar, pero con tranquilidad. Cuando viajas estás centrado en el torneo y ahora podré hacerlo por placer. Cuando estaba de vacaciones, como al final solo tenía dos semanas, no terminaba de disfrutar con mi mujer y mi familia. Ahora tengo ese tiempo para hacerlo y quiero hacerlo. Quiero disfrutarlo al 100%.
¿Seguirá viendo tenis?
Sí, hombre. Seguro y ya veo. Lo hago porque me gusta. No lo hago porque eche de menos el tenis o porque no esté en Indian Wells o Australia sino por ver, conocer. Me gusta, no por nada especial.
¿Le gustaría ser capitán de Copa Davis?
Claro, me sentiría muy orgulloso de poder serlo. También entiendo que eso queda muy lejos y hay jugadores que tienen que estar por delante. Primero tengo que formarme como profesional en la enseñanza.
¿Y ser entrenador de un tenista top-100?
A día de hoy le diría que no me gustaría hacerlo, pero sí en un futuro. Pero me gustaría vivir primero otro tipo de etapa. La etapa de los jóvenes y crecer con ese tipo de tenista. Después, por supuesto que me encanta el circuito. Si siento que puedo aportar lo haría. Si no lo siento, no. Es algo que, como puedo decidir, no haría.
¿Es difícil trabajar con jóvenes?
Es complicado como lo era conmigo. También he sido un tenista difícil. Entiendo que forma parte del trabajo y del proceso No puede ser todo perfecto. No puedes trabajar con alguien y que todo sea de color de rosa. Tiene que haber momentos malos y buenos, discrepancias, y aprender los dos juntos.
¿La adrenalina de la competición la va a añorar?
Es lo que más. Va a ser imposible encontrarlo. El competir será lo que más eche de menos. Tendré que encontrar otras cosas. Hacer ciclismo o algo que pueda calmar un poco a la bestia.